Bassui Tokusho (1327-1408) monje zen japonés que acuñó esta expresión, se refería a la reverencia frente al Buda antes de comenzar los ejercicios. La reverencia, del latín reverentĭa, es el respeto o veneración que tiene alguien a otra persona o bien es la inclinación del cuerpo en señal de respeto o veneración. Puede tomarse como un gesto de venia, inclinación, genuflexión, saludo o cortesía. El acto de reverenciar es respetar en sumo grado a alguien o algo por lo que representa o recuerda.
Uno de los gestos utilizados para reverenciar en la tradición zen es la acción de gassho. Gassho es una palabra japonesa cuyo significado es "las palmas de las manos juntas" o "manos que se juntan". Es una antigua expresión de saludo, petición, gratitud, respeto, humildad, reverencia, veneración o súplica. Se ejecuta llevando las palmas abiertas juntas al pecho, o un poco más arriba por debajo de la barbilla, debajo de la nariz, o sobre la cabeza. Este gesto es un mudra, una posición simbólica de las manos.
El hecho de que las dos manos, como expresión de dualidad, estén juntas simboliza “una sola mente”, la unidad de todos los seres. La persona que hace el gesto de unir las dos manos está intentando eliminar sus diferencias con otros, y se conecta con la persona a la que reverencia. La posición de las manos tiene repercusiones en la neurofisiología cerebral. La mano derecha está en relación con el mundo conceptual, racional y analítico mientras que la mano izquierda corresponde al mundo de la intuición, simbólico y de la fantasía. Las manos juntas en gassho hacen realidad la unidad entre el ego y el cosmos, entre lo material y lo espiritual, se genera una integración de opuestos. La inclinación hacia adelante que acompaña este gesto simboliza entrega, disponibilidad, amor y respeto.
Otra forma gestual de reverencia utilizada en la tradición zen es la postración. La misma cobra gestualidad en el gesto ritual llamado “sampai”. El kanji japonés que designa "sanpai" está formado por dos ideogramas: "san", que en japonés representa al número tres; y "pai", o "hai", que denota adoración o devoción y que en Occidente suele traducirse como "postración", en el sentido de "acto devocional". Por lo tanto, "sanpai" viene a traducirse como "tres actos devocionales" o "tres postraciones".
En la práctica, suelen realizarse tres postraciones en diferentes momentos de las ceremonias, de ahí el ideograma "san" que figura al principio del término; aunque, en algunos casos, también puede realizarse en número diferente, colocándose entonces delante de la partícula "pai", o "hai", el correspondiente prefijo indicativo del número de postraciones. Haciendo sanpai hacemos descender la parte más alta y digna de nuestro cuerpo, la cabeza, y dejamos que tome contacto con la tierra. Situamos nuestra parte más alta al nivel de la tierra, dejando al descubierto uno de nuestros puntos más débiles, la nuca (Carmelo Toledo, publicado en Zendo Digital, Nueva época Nº 12 Octubre, Diciembre 2006).
La postración, del latín prostratĭo, -ōnis, es la acción y efecto de postrar o postrarse. También abatimiento por enfermedad o aflicción. Postrar, del latín prostrāre, se refiere a rendir, humillar o derribar algo; enflaquecer, debilitar, quitar el vigor y fuerzas a alguien; arrodillarse o ponerse a los pies de alguien, humillándose o en señal de respeto, veneración o ruego.
Tanto el gassho como la práctica de la postración, como evidencia directa de la “horizontalización del mástil del ego”, son gestos donde la estructura del yo, puede en el instante de conectarse con el horizonte, tumbar, desplomar y derribar las construcciones ilusorias que el entramado ficticio de nuestra personalidad genera. Se integra el momento eterno con el espacio sagrado, en un acto de vacuidad que resuena en todo el universo. El ego se refleja en el no-ego, en una entrega de reverencia disolutoria absoluta para que el ser realice su impermanencia y devele la realidad tal cual es. Lo que así viene se plasma en un encuentro totalizador de disponibilidad, gratitud y humildad.