miércoles, 30 de marzo de 2011

NADA SIRVE PARA TODO o TODO SIRVE PARA NADA

Hakuin Ekaku (1686-1769)
En el desconcierto pleno de la realidad que creemos vivir aparecen ciertas certidumbres transitorias que pueden ser reveladoras de que el ser se realiza de nimiedades. 

Nada, por definición, el no ser, la carencia o ausencia absoluta de todo ser, una cosa mínima o de muy escasa entidad, ninguna cosa, negación absoluta de las cosas, cero, nadie, etc., parecería generar o producir un estado absoluto de desolación. ¿Es qué nada sirve para todo? ¿Es qué todo sirve para nada?

Posibles respuestas a esta paradoja:     
                                                                   
- Es a partir de ese vacío, de aquello que está vacante, disponible, donde se habita la oquedad plena de lo cóncavo, que se puede establecer la paradoja de los límites del ser. Lo inconmensurable, la infinita posibilidad de devenir, del deve-ser, transforma el hueco en refugio, donde el Adán que reside en la nada es capaz de insuflar de tiempo lo inasible y hacer completo, entero, íntegro, intacto, absoluto, la máxima manifestación de lo insignificante. 
- Al romper la dicotomía del universo dual ilusorio surge la tonada que rima con el silencio del amanecer: en el pozo de la luz es donde los nombres se desnombran, los acantilados se desabisman, las fugacidades se eternizan y los fuegos se desabruman. 
- La palabra nada, continente del adn-vida como ejemplo de las ambigüedades del lenguaje, sólo representa una forma contingente y provisional de referenciar el recipiente de todo, lugar incondicional donde se reflejan las apariencias de lo efímero.


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